Cada vez es más frecuente escuchar decir a alguna amistad o alguien cercano que se está preparando para hacer una maratón, entrar a un equipo de fútbol u otros deportes, y hacerlo ya no sólo como hobby, sino que se convierte casi en deporte de alta competición, sin importar edad, diferencias físicas y estudios. En un principio, sonaría como algo muy positivo una sociedad en la que uno de sus valores sea “mens sana in corpore sano”, pero antes de poder decir eso con total seguridad, tendríamos que revisar algunas cosas.
La primera podría ser el objetivo con el que se hace ese deporte. Cada vez con más frecuencia, se ve a personas que hacen algún tipo de deporte casi como si fueran profesionales de ello, cuando en realidad se dedican a otras cosas, lo que puede traer consecuencias negativas como pueden ser: lesiones por el sobreesfuerzo y por el tipo físico que se tenga, ya que no todas las personas tenemos las piernas de Carl Lewis o la espalda de Michael Phelps. A esto es importante añadir la falta de tiempo para otras actividades familiares, de pareja, amistosas, intelectuales, de colaboración con otras organizaciones… debido al esfuerzo exigido para estar a la altura (ésa que nos imponemos), tanto física como mental. Mental porque es agotador, por ejemplo, estar toda una vida con el miedo abrumador a coger un par de kilos y tener como perfección un cuerpo por debajo del peso ideal (todo por si en algún momento se nos va la mano y engordamos un par de kilos), cuando en realidad tan “malo” es el sobrepeso como el ”bajopeso” (se habla tan poco del problema de tener un peso por debajo del ideal, que la palabra bajopeso no existe mientras que la de sobrepeso la vemos por todas partes, y si no echemos un vistazo a la Real Academia Española: http://lema.rae.es/drae/?val=sobrepeso )
El hacer deporte para sentirnos bien, movernos en bicicleta o a pie para hacer las labores diarias, comer sano, estar en nuestro peso (kilo más, kilo menos), tener aspiraciones personales, objetivos y metas por cumplir (sin olvidar las intelectuales), es algo muy deseable en cualquier sociedad. Ahora bien, el hacer deporte por el miedo constante a coger unos kilos, ir al gimnasio en coche, tomar suplementos alimentarios para ello mientras que por otra parte hacemos dieta, añadiendo a esto la falta de tiempo para el ocio y que éste, cuando llega, nuestra mente ya está exhausta y, lejos de relajarse, sigue en un constante trabajo para saber qué se puede comer, qué nuevo ejercicio hacer para evitar esos “horribles michelines”, qué cremas comprar para en vez de ir cumpliendo años (cosa que cada vez se hace más desagradable) quitarnos algunos de encima, qué modelo de ropa nos puede hacer ver unos kilos más delgadas… sin olvidar alguna operación estética o ropas que realcen ciertos atributos porque, cuando se pierden kilos, se pierden de todas partes (o al menos seguro que se pierden de las partes que nos gustaría no perder)… desde mi punto de vista, eso no es vida, o al menos no es vida para una inmensa mayoría de personas, sin que ello suponga que valgan menos o que sean unas dejadas, sino que tienen otras prioridades.
Como mujer, pese a mis estudios sobre sexualidad, pedagogía, género y psicología, aún me queda un largo camino por recorrer para saber valorarme por todo lo que he construido y eliminar barreras personales. Lo positivo es que voy viendo cada vez más a las personas como seres libres para decidir cómo quieren verse, vestirse, si quieren o no usar maquillaje, tacones, tintes, depilación… porque con la experiencia he aprendido que el valor de las personas no va en función de eso, y que el tiempo ahí invertido, es tiempo que perdemos para viajar, leer, charlar con otras personas, ayudar, escuchar, holgazanear un poco, estudiar, hablar otro idioma… y con el paso del tiempo he entendido que para mí, esto es lo importante. Por lo que cuando veo a alguien con el pelo alborotado y canoso, con un cuerpo ágil de disfrute, lo que veo detrás es a una persona sana, que cuida tanto su físico como su intelecto y, probablemente, también su grupo social.
Victoria Romero Asarta
Pedagoga, Terapeuta Sexual y de Pareja y Coach
hola@elplaceresnuestro.org
@elplacernuestro
Como añadido, podéis echar un vistazo a este vídeo:
http://www.upworthy.com/see-why-we-have-an-absolutely-ridiculous-standard-of-beauty-in-just-37-seconds
Éste es sólo un ejemplo más de los modelos que nos quieren vender: irreales, falsos, dañinos… y al revés que el cuento de pinocho, a las mujeres nos quieren convertir en muñecas, pero que parezcan de verdad… demasiado complicado para poder entenderlo del todo.