La asexualidad, ¿existe?
Continuamos con la segunda parte del artículo, con más información sobre el punto G, su historia.
Fue Gräfenberg, en el 1950, el primero en hablar del punto G, pero no fue hasta 1982 que esto se volvió a poner de moda con el libro»The G-Spot and other discoveries about human sexuality» (El punto G y otros descubrimientos sobre sexualidad), de la terapeuta sexual Alice Khan Ladas, la médica y sexóloga Beverly Whipple y el médico John D. Perry.
Veamos la descripción que hizo Gräfenberg de la eyaculación femenina: “Esta espasmódica expulsión de líquido ocurre siempre en el momento culminante del orgasmo y coincidiendo con él. Si se tiene ocasión de observar el orgasmo de estas mujeres, se puede ver que unas grandes cantidades de un líquido claro y transparente se expulsan a chorros no a través de la vulva sino de la uretra… las profusas secreciones que acompañan el orgasmo no tienen ninguna finalidad lubricadora ya que, en tal caso, se producirían al comienzo del acto sexual y no ya en el momento culminante del orgasmo”.
El mismo Gräfenberg examinó este líquido, comprobando que no se trataba de orina, diciendo “Me inclino a pensar que la “orina” que presuntamente se emite durante el orgasmo femenino no es orina sino tan sólo una secreción de las glándulas uretrales relacionadas con la zona erotogénica situada a lo largo de la uretra en la pared vaginal anterior”.
Sobre el estudio que hizo Gräfenberg no tenemos más datos, del que sí tenemos más información es del estudio de Edwin Belzar, Whipple y Perry (explicado en el libro) que analizaron muestras de orina y de líquido eyaculado por mujeres voluntarias, a las que se pidió que no tuvieran contacto con el líquido seminal masculino al menos durante 48 horas antes de la recogida de las muestras. “Los análisis clínicos permitieron establecer una diferencia entre los líquidos eyaculados y la orina mediante cuatro pruebas químicas. Dos sustancias –la fosfatasa ácida prostática (enzima que antiguamente se creía que era segregada primordialmente por la glándula prostática masculina) y la glucosa (azúcar)- registraron un índice considerablemente más elevado en las muestras de líquido eyaculado que en las de orina. La urea y la creatinina (productos terminales del metabolismo proteínico que normalmente se encuentran en la orina) eran mucho más escasas en las muestras de líquido eyaculado que en las de orina”.
En el libro también hablan de una mujer que hizo el experimento por sí misma, se tomó unas tabletas que ponían la orina azul (al igual que una amiga mía en el día de su despedida de soltera, lo único que a ella se las pusieron sin su consentimiento y el susto que se pegó fue bueno!! Y muy divertido). Volvamos a la chica del libro, al estimularse, puso una toalla debajo, y comprobó que al tener un orgasmo, el líquido apenas se teñía de azul, sin embargo, al orinar, era totalmente azul. Esto es algo que podemos hacer nosotras en casa, aunque la verdad es que… ¿para qué?, dejémosles las investigaciones a las personas responsables de ellas y nosotras quedémonos con la parte positiva, la del placer y el disfrute.
En el libro también añaden el por qué puede darse esta eyaculación femenina: “Inicialmente, el primitivo sistema genital es el mismo en todos los embriones humanos. Hacia la sexta semana de la concepción, se inicia la diferenciación con las gónadas, después con los órganos genitales internos y, finalmente, con los externos. Los ovarios y los testículos tienen su origen común en una estructura que puede decantarse tanto en la dirección masculina como en la femenina. Los especialistas en embriología y los anatomistas utilizan los términos de “rudimentaria” o “atrofiado” para describir los muchos homólogos en los varones y mujeres adultos que no tienen ninguna función aparente y que, según se cree, no son más que los vestigios embriológicos de los correspondientes órganos o glándulas del sexo contrario. Cada glándula y órgano del varón tiene su duplicado en la mujer y viceversa”.
Ya más en la actualidad, podemos contar con más estudios, entre ellos destaco el de Francisco Cabello que, además de ser médico y psicólogo, también es sexólogo. Él hizo un estudio en el que contó con 24 mujeres, 6 de las cuales eyaculaban. Lo que hizo fue analizar el fluido eyaculado y la orina pre y post-orgásmica. En el líquido eyaculado, detectó en el 100% la presencia de antígeno prostático específico (PSA) y en el 75% de la orina post-orgásmica. Con esto llegó a la conclusión de que el líquido eyaculado era diferente a la orina y que tenía este PSA que está presente sólo en la próstata, por lo que con esto demostraba la presencia de ésta y, en las mujeres que no eyaculaban, podría tratarse de una eyaculación retrógrada porque había PSA en la orina post-orgásmica y no en la pre-orgásmica.
Y es que, desde mi punto de vista, las mujeres, la sexualidad y el placer femeninos han estado en un segundo plano por intereses del patriarcado. Primero, se suponía que la mujer no tenía sexualidad ni sentía placer sexual, luego Freud se encargó de decirle al mundo que las mujeres que tenían orgasmos a través del clítoris eran inmaduras y había que hacer un cambio del orgasmo clitoridiano al vaginal, que según él, era el bueno (él lo llamaba hacer una transferencia). Tras esto a las mujeres que eyaculan se les dice que en realidad se orinan y hay que operarlas… ¿es tan difícil hacer públicos los estudios sobre la eyaculación femenina donde se desmiente que sea orina? ¿Cómo puede ser que hasta terapeutas sexuales, profesionales de la medicina… aún nieguen la existencia del punto G y de la eyaculación femenina cuando hay muchos casos de mujeres que eyaculan?, ¿ni siquiera se nos da el beneficio de la duda como para por lo menos investigar sobre ello?
Uno de los problemas que ha tenido la eyaculación femenina es la falta de nombre propio, porque lo que no tiene nombre, simplemente no existe, y eso parece ser una de las razones por las que la eyaculación femenina ha quedado relegada a un segundo plano. En el libro del punto G nos hablan de los isleños de la isla Trobiand en el Pacífico Sur, los cuales conocen perfectamente la existencia de este punto o, mejor dicho, de esta zona (aunque se la llame punto) y tienen un nombre específico para la eyaculación tanto de hombres como de mujeres, “Ipipisi”, que significa literalmente “líquido que sale a chorros”.
CONTINUARÁ… (Tercera y última entrega de: Eyaculación femenina. No es un cuento chino, el próximo martes)