Con el trailer de la película que muchas personas esperaban, nos hemos propuesto relanzar este artículo que escribimos con motivo del libro y que sigue teniendo valor con motivo de la película. Creo que ya todas sabemos de lo que vamos a hablar hoy…
De Cincuenta sombras de Grey o, lo que es lo mismo, la trilogía más famosa desde la Guerra de las Galaxias o Star Wars (y ahora a esperar a: ¡el Hobbit!), y es que no bromeaban cuando decían en su portada: “sí, este es el libro del que habla todo el mundo”.
La autora, E. L. James, vino a Madrid a la firma de libros hace más de un año y parece ser que derrochó simpatía, y digo parece porque lamentablemente no pudimos asistir al evento. La sexualidad es de eso que no se puede hablar pero que una vez que se ha comenzado, nadie puede callarse. Hace ya un tiempo, a la vez de que se enteraban los de la pescadería de mi barrio de la misión de El Placer es Nuestro, surgió el tema del libro de Cincuenta sombras y, como no podía haber sido de otra forma, entre bromas, risas e inseguridades, surgieron preguntas, como de personas a las que les interesa mucho el tema de la sexualidad pero solo en ocasiones muy contadas pueden hablar de ello con libertad, sinceridad y curiosidad, por lo que no pudieron dejar pasar la oportunidad de estar frente a una sexóloga y no comentarle algunos de sus miedos.
Hablaremos del libro sin pretender en ningún momento hacer una crítica literaria, sino más bien desde el punto de vista de la sexóloga, terapeuta sexual y mujer que somos. Para quien no sepa de qué va (aunque dudamos más que mucho que quien no lo sepa vaya a leer este humilde artículo) les diremos que trata de una historia de ¿amor? Entre una joven virgen y un multimillonario macizorro (sí, lo ponemos con todas las letras porque, según nos lo hemos imaginado, no es para menos y ponemos en duda que pueda haber un hombre sobre la tierra que cumpla las condiciones) que como sombras tiene su pasión por el masoquismo y por Anastasia. Este argumento no es demasiado novedoso, de hecho ya nos viene a la mente un título, la película de La secretaria de Steven Shainberg de 2002, donde el protagonista se llama E. Edward Grey (muy parecido a Christian Grey de 50 sombras) y tiene con su secretaria una relación sadomasoquista. Pese a no ser muy novedosa la trama, tiene varias bondades a destacar: es un libro (que ayuda mejor que la TV a crear fantasías diferentes), habla de sexualidad y, aunque mantiene algunos tabúes y mitos, hace hablar de ellos, con lo que, en principio, podría ser más fácil eliminarlos, aunque la idea de hombre guapo, millonario y poderoso ¡¡no nos la podemos quitar de la cabeza!! (es lo que tiene el patriarcado). Además de que ella es virgen, sumisa, inexperta e inocente, y está eclipsada por el poder del multimillonario perfecto (si no fuera por sus sombras), que además de ser el encargado de desvirgarla, ”le provoca un orgasmo“ a la primera (cosa que hasta a su compañera le produce una cierta envidia). Por lo tanto, tenemos dos roles, con la parte masculina machista y controladora, que ya hemos visto y vemos (por desgracia) a diario en todos los medios de comunicación y de lo que, en principio, se supone que queremos huir. Sin olvidar uno de los mitos más demoledores con respecto a la sexualidad que es que el orgasmo femenino es debido al hombre que lo provoca (“no hay mujer frígida sino hombre inexperto”) que hace ver a la mujer como una marioneta movida por unos hilos que probablemente ni siquiera comprenda… esto es FALSO, la mujer es la dueña y señora de sus orgasmos, y que los tenga o no dependerá de ella y solo de ella, aunque cierto es que se valdrá de muchos estímulos, aquellos que considere interesantes, para llegar a él. Perdonad el inciso, es que consideramos nuestro deber y obligación resaltar este tipo de cosas para que no nos llevemos a engaño.
Continuando, otras de las bondades que vemos en el libro es el bien que le puede hacer al deseo y a las fantasías sexuales. Los relatos eróticos son algo muy recurrente en terapia sexual para avivar el deseo y la libido, ampliar técnicas eróticas y reconocer las cosas que nos gustan y las que no y, a veces, es muy difícil aconsejar sobre ello, entre otras cosas porque a cada persona le pueden gustar cosas diferentes y en muchas de ellas subyacen prejuicios, por lo que, esta novela, al ser hecha como un bestseller, se presupone que coincidirá con los gustos de más personas. Las novelas pueden avivar nuestro deseo, despertando incluso sensaciones físicas y psicológicas, llevarnos a otro lugar (y también al éxtasis), como también pueden hacer que lo que leamos nos haga daño. Con muchas novelas eróticas hay que tener cuidado porque dependiendo del motivo de consulta, pueden llegar a ser contraproducentes. Lo bueno de Cincuenta sombras es que mezcla sadomasoquismo con romanticismo, por lo que puede llegar a un mayor número de lectoras ( y de lectores).
Con todo esto, queremos aclarar que no es conveniente confundir fantasía con realidad, y decimos esto porque a colación de este libro, se puede oír muy a menudo a mujeres decir que quieren a un Grey en su vida, en esto, como sexólogas, deberíamos advertirles que una cosa es lo que nos lleva mentalmente al éxtasis y otra lo que nos lleva terrenalmente a él, es decir, como fantasía todo vale, sin embargo, en la realidad física, esto no tiene por qué ser así y tener a alguien que nos diga qué comer, cómo vestirnos, cómo y con quién relacionarnos… seguro que no es el “príncipe azul” de tantas mujeres como lo pregonan.
Otra cosa interesante de comentar es que durante el libro se ve el sadomasoquismo como una práctica oscura, una sombra, consecuencia de una mente algo trastornada. Como sexólogas no nos atreveríamos a decir que esto sea así, ni mucho menos. A su favor tiene el contrato que hacen, ya que una cosa importantísima en la sexualidad es que cada cual puede hacer lo que quiera, siempre y cuando no se haga daño a nadie, ni a sí misma ni a la persona con la que está compartiendo la experiencia. Ya sé que hablando de sadomasoquismo es difícil definir qué es lo que produce daño y qué no… por poner un ejemplo, en el libro, siempre que Anastasia quiera seguir el juego, no coartada o por miedo a perderle, sino como algo excitante o novedoso que quiere probar, algo consensuado y consentido, está perfecto. Ahora bien, si no lo hace de manera libre, con base en el respeto y la confianza, entonces hay un daño (físico o psicológico) y eso no debe pasar en un ámbito tan fabuloso como es la sexualidad.
Otra gran bondad del libro es que nos ayuda a ver otras formas de pasarlo bien, por lo que cosas que antes podíamos ver como negativas, pueden pasar a ser súper excitantes, y esto trae consigo otras dos cosas positivas a su vez: la ampliación de cosas placenteras tanto mentalmente como en la práctica y a darnos cuenta de que lo único que no cambia es el cambio, es decir, cuando decimos que nos aburrimos con nuestra pareja porque todo está dicho entre nosotras y asumimos que sabemos todo sobre la otra persona, podemos darnos cuenta de que cada día podemos descubrir cosas nuevas sobre nosotras y la otra y, que si tomamos la sexualidad como el juego divertido que es, con sentido del humor incorporado, las terapeutas sexuales no tendríamos casos de disfunciones sexuales en consulta.
Y ahora es el turno de la película, seguro que tenéis mucho que decir con respecto al reparto de Anastasia y Mr. Grey, ¿verdad? Queremos escucharlo en nuestras redes sociales, un ejemplo más de que la fantasía… no se puede hacer realidad.
Victoria Romero Asarta
Pedagoga, Sexóloga y Coach
El Placer es Nuestro
hola@elplaceresnuestro.org