Por ser mujer y por ser sexóloga, siempre me he preocupado por la sexualidad de la mujer y, cómo no, por su salud, no sólo la física, también la psicológica. Con esta última me refiero a los pensamientos que pueden venir a la mente de las mujeres, tanto derivados de la parte individual de cada una como los derivados de la sociedad, la cultura, el patriarcado… Por todo ello, os quiero hablar de algo que considero muy importante para la mujer, tanto para su salud física como para su salud psicológica, sin dejar de lado la parte ecológica y económica detrás de todo este asunto. Vamos a hablar de las copas menstruales.
El ayuntamiento de Madrid ha lanzado una campaña contra la explotación sexual y desde El placer es nuestro pensamos que este movimiento debería darse en el resto de las ciudades españolas. La prostitución existe en todas las esferas sociales, la ejercen mujeres de todos tipos y está a la orden del día, pero lo que está claro, y quien no quiera verlo es porque usa una venda muy grande y oscura, es que la mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución no lo hacen porque quieren sino porque son obligadas a ello.
En el siglo XXI existen muchísimas parejas que viven alejadas, como por ejemplo las que están en esa situación por motivos laborales o bien las que iniciaron sus relaciones a través de Internet y todavía no han tenido la oportunidad de comenzar una vida en común.
Cada vez es más frecuente escuchar decir a alguna amistad o alguien cercano que se está preparando para hacer una maratón, entrar a un equipo de fútbol u otros deportes, y hacerlo ya no sólo como hobby, sino que se convierte casi en deporte de alta competición, sin importar edad, diferencias físicas y estudios. En un principio, sonaría como algo muy positivo una sociedad en la que uno de sus valores sea “mens sana in corpore sano”, pero antes de poder decir eso con total seguridad, tendríamos que revisar algunas cosas.